Protector. Por Samantha Soria

Y no estaba sola. Mi vello se erizaba con su caricia en el viento. Me elevaba en una oración que hasta entonces no había sido capaz de formular. Su amor era real, es real. Él está vivo y me abraza en cada suspiro. Me aparta del precipicio en el que estoy dispuesta a caer, me recoge de donde estoy en un lecho de muerte. Me sonríe al ver que vivo, y yo soy testimonio de su amor personificado por mí.